martes, 12 de mayo de 2015

Anécdotas de Zeck: Mi tatuaje



  Es increíble como el tiempo pasa, siempre digo que los relojes no juegan, son un relámpago, un chasquido o un pestañeo; sin importar cual sea, el punto es que es sumamente rápido. Lo digo porque fue hace un año que escribí una de las entradas más sentidas que he tenido la oportunidad de redactar por acá, y eso fue sobre el quinto aniversario de la partida de mi abuelo (la cual puedes leer aquí).

  Como verán, la fecha de esa entrada y la de esta que están comenzando a leer, coinciden. Así que si, damas y caballeros, hoy se cumplen seis años de que mi abuelo tuvo que cruzar el límite de la vida, viajar a algún sitio que los vivos desconocemos. Hace seis años mi vida cambió para siempre. 

  Pero esta vez no quiero hablar de nuevo sobre lo importante que es mi abuelo, el cuanto lo quiero y cuantas lágrimas han viajado por mi rostro a causa de lo mucho que lo extraño. Todo eso lo saben, yo lo sé y seguramente él, donde quiera que esté, también lo sabe.

  Hoy quiero compartir con ustedes un hecho que tiene meses y eso tiene que ver con la imagen que abre esta entrada allí arriba. Resulta que ese escudo con la bandera de Italia, la cinta, las palabras y todo lo demás, es el primer boceto que se hizo del que es hoy mi tatuaje. Contemos todo como fue.

  Luego del fallecimiento de mi abuelo en el año 2009, fueron muchas las promesas que hice ante su cuerpo inerte, tanto en su hogar cuando murió en su cama, como frente a su ataúd en aquel frío funeral del cual intento borrar lo más posible de mi mente.

  Prometí muchísimas cosas. Creo que me sobran dedos de una mano si cuento lo que he logrado, pero bueno, creo que poco a poco todo se viene dando. Prometí graduarme tranquilamente de mi secundaria (lo cual logré), ser un hombre de bien con una carrera universitaria establecida (lo cual está en proceso), viajar a Italia para hacer el viaje que él y yo teníamos pendiente y lamentablemente no pudo ser (algo que se ha vuelto muy cuesta arriba con los años) y actualmente la promesa cumplida más reciente, el tatuaje en su honor.

  Cuando pasó algo así de un año y medio, le dije a uno de mis mejores amigos en toda la vida, el señor Carlos Eduardo Vallejo, quien es mejor conocido por este servidor como "Charlie" que hiciera un pequeño boceto en digital, de la mano de Photoshop (programa que sabe utilizar) y al final salió el dibujo que ven allí arriba.

  Yo tenía aproximadamente unos 15 años, casi 16. No estaba a la edad adecuada para hacerme mi tatuaje, o por lo menos no según los estándares de mi hogar. Mi meta serían los 18, la edad donde uno se imagina que todo es posible. No sabía lo equivocado que estaba, el camino se empezaría a poner empinado.


  Mi padre es un hombre sumamente enchapado a la vieja escuela, además de que nunca tomó en serio que yo fuera a hacerme un tatuaje. Yo por mi parte me puse a buscar presupuestos en distintos sitios de Caracas. Cuando ya los tenía, los traje a casa y empecé a charlar sobre posibles fechas, gastos y demás. Todo eso se vino abajo cuando empezaron las trifulcas en casa para ir en contra de hacerme cualquier cosa semejante a "personalizar" mi piel.

  Fueron días muy grises, ya que eso fue contemporáneo con mi salida de Idiomas Modernos. Esta situación me trajo mucho estrés, malestares y una frustración enorme, realmente había mucho daño en mi con esta situación. Mis padres al ver esto decidieron que había que conversar mejor las cosas, y al final quedamos en que sí se haría, con cierta condición de ir a hacerme exámenes de sangre (los cuales tenía más de una década sin hacerme).

  Parece un trato justo y realmente lo era. Lamentablemente esos exámenes dieron resultados terribles en cuanto a los niveles de colesterol y triglicéridos, por lo cual yo mismo decidí tomarme un tiempo para dedicarme a mi salud con distintos médicos. Obviamente, eso tomaría un período considerable y la idea del tatuaje se quedó dentro de una gaveta.

  Por supuesto, cuando decido volver a las andadas en la búsqueda de presupuestos actualizados, la inflación galopante de Venezuela hizo estragos en todos los que yo tenía antes, ya todo era impagable para ese momento. No me quedó otra que dejar la idea en una nube, flotando sin rumbo y esperar, conformarme con ese "algún día..." que uno digiere con sabor agridulce, tratando de seguir la vida normal.


  Es curioso como el dicho de "cuando no buscas algo, te llega por sí solo" es tan cierto a veces. Fue a finales del año 2014, cuando una de las mejores amigas de quien por aquel entonces era novia, decide tatuarse y ante la invitación de ambas yo decido asistir a esa sesión. Total, era interesante y yo seguía soñando con la posibilidad de llenarme de tinta.

  El sitio fue Clinic Tattoo en el C.C. San Ignacio de Chacao. Un negocio bastante pequeño pero con temática de tatuajes, perforaciones y buen rock entrándote por el rostro sin importar a donde voltearas, era genial.

  Presencié como tatuaron a la chica y mientras decidí buscar el boceto que estaba guardado en mi blog desde un teléfono, por lo que al final no pude irme sin hacer la típica pregunta "Pana, ¿cuánto crees que costaría hacerme este tatuaje?" El precio fue como el boceto, un bosquejo, un tal vez, pero lo que escuché me pareció muy accesible y prometí visitar varias veces el local para mostrar el modelo en papel, rediseñar algunas cosas y si todo salía bien, cuadrar la cita.

  Todo eso salió bien, realmente todo fluyó como lluvia en Noruega, era alucinante. La fecha estaba escrita, 31 de enero del 2015, ese sería el día. No había que hacer más nada, solamente esperar la llegada de ese cuadro en el calendario. Fue una espera extraña, a veces sentía que era un sueño, o que pasaría algo que no me permitiría hacerlo. Veía mi brazo vacío y pensaba que era una locura que pronto estaría un dibujo ahí. De hecho, hasta le tomé foto a mi propio brazo, digamos que para el recuerdo.


  El sueño se hizo realidad, nada era mentira, todo era una verdad absoluta. Llegó ese 31 de enero que jamás olvidaré. Con la compañía de mi novia, sus amigas y un yo con un cóctel de emociones (nostalgia, angustia, emoción, ansiedad y alegría), viví un día increíble.

  Cuanto la gente te habla de tatuajes, los argumentos de como se sienten las agujas y demás, suelen ser un bodrio, mientras que otros hacen un buen intento por explicarte, pero jamás vas a tener claro como se siente. La cuestión está en vivirlo, esa será tu única manera de responder tus interrogantes de como se siente tatuarse.

  La aguja pasando la tinta es una sensación que seguramente jamás habrás sentido en alguna otra ocasión, solo sentirás lo mismo cuando te estés tatuando. Es mentira que el dolor es insoportable, pero también es una gran mentira que no duele nada, se siente fastidioso, es un dolor punzante que te encantaría evitar. Eso sin hablar mucho de cuando te colorean, donde la máquina se mueve como si estuvieras coloreando con un crayón de cera, es una aguja distinta, se siente distinto, pero no deja de doler.

  De todas formas, es bastante soportable, puedes convivir con ello durante toda tu sesión, mucho más cuando el resultado vale la pena.

El boceto y el real hecho el mismo día, con la piel carnosa y adolorido, pero feliz

  Por supuesto, ahora todos me van a preguntar el significado de mi tatuaje, algo vital, lo más importante que hay al tatuarse, sin duda.

  Les citaré lo que puse en mi Instagram cuando subí una foto del trabajo listo.

  "El escudo representa la protección y fortaleza ante las adversidades. 

La bandera representa una nación, una tierra de gente maravillosa, el país de mi abuelo, el país que me enseñó a querer. 

Las palabras "fuerza" y "coraje", que mi abuelo llevó como valores en su vida, los cuales deben estar siempre presente.


Y luego, lo más clave, la firma. La firma de un hombre próspero, de un hombre luchador, de un hombre que construyó e hizo sueños realidad, un buen hombre. La firma de mi abuelo.


No me importa si te gusta o disgusta, no me importa si lo ves simple o lo ves descuadrado, tampoco me importa si te causa pique el que me tatué una bandera de otro país.



Lo que me importa es que a mi me gusta y que así como en el recuerdo, ahora llevo a mi abuelo tatuado en la piel, para toda la vida".

  Es una idea bastante sencilla, pero que encabeza todo lo referente a mi abuelo y plasma un sentimiento especial. Estoy muy contento con lo logrado y sin lugar a dudas, es una promesa cumplida.

Así se ve actualmente, foto tomada justamente ahora. Cicatrizado, sano y majestuoso


  Y bueno, esa es mi historia, la historia de como entinté mi piel, una anécdota de como logré cumplir un sueño para mi y una promesa entre mi abuelo y yo. Fue un camino largo, complicado, pero que al final me trató como la seda, una meta cumplida.

  Los tatuajes son especiales, porque son eternos, eternos como el recuerdo que tú tendrás por esas personas que quieres, por esos seres legendarios que transitaron contigo una parte de tu vida.

  Esta es la anécdota del tatuaje que llevaré entintado en mi piel toda la vida, en honor a mi abuelo, Valfredo Di Pasquale.

  Gracias, totales.

 Dew.