jueves, 21 de noviembre de 2013

Anécdotas de Zeck: Rumbo a la universidad. (Parte 2)


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  Anteriormente nos quedamos a finales del año 2012, donde después de un considerable tiempo fuera del ámbito académico y vivir una vida de vagancia, llegaría un nuevo año, el año 2013, donde quisiera o no, era mi deber y responsabilidad buscar la que sería mi próxima casa de estudios universitarios, así como también el hecho de tener que prepararme, estudiar y entrenar la mente que estuvo rodeada de videojuegos, múltiples horas de sueño y sin ningún tipo de cultura alguna más que la de presionar botones en el control de mi PS3 y las teclas de mi computadora. 

  Al comentar que debía prepararme, ya se pueden imaginar que la casa de estudio que veía en mi catalejo mental, sin duda alguna poseería el temerario, complejo y sobretodo injusto sistema de examen de admisión. Por si no fuera suficiente eso, me estaría enfrentando al proceso de admisión más solicitado, caótico, prejuicioso, corrupto y maloliente en toda la corteza terrestre entre los límites de esta congestionada nación, el examen de admisión de la Universidad Central de Venezuela.


  La UCV y su proceso de admisión no eran extraños para mi, aquella hoja de letras rojas y cientos de puntos preparados para ser llenados con grafito había estado ante mis ojos, justamente cuando estaba terminando mi último año de la secundaria.

  Recuerdo muy bien la experiencia, no me preparé para ese examen en lo más mínimo, no le puse interés y la inmadurez de aquellos tiempos me hizo llegar a unos paupérrimos niveles de seriedad, a tal punto de que subestimé en demasía un examen que, si bien no es lo más difícil del mundo, la cantidad de personas que se enfrentan a ese proceso es abrumadora, la competencia es muchísima y lo más fácil siempre será el fracaso cuando vas a presentar allí.

  La UCV da una minúscula cantidad de cupos para ciertas carreras, o por lo menos así es en Humanidades que era la facultad donde yo presenté. Cantidades que son más que un insulto, una burla o un escupitajo en la córnea, veinte o treinta cupos para carreras que eran la opción de mil personas. ¿Dónde carajos estaba la proporción? Pues bien metida en la cavidad anal, al parecer.

  Además, si se fijaron, atrás al referirme a ciertos adjetivos de este proceso de admisión, puse uno que puede ser delicado y es el decir que este es un proceso "corrupto". Con esto hago énfasis en que todos esos cupos que se dan, no son únicamente para personas que tienen el coeficiente intelectual (difiero en que un examen de mierda diga si eres capáz de entrar en tal sitio, pero bueno) y terminaron quedando por conseguir la ansiada nota en el examen. Muchos cupos le son dados a los que tienen las famosas "palancas", es decir, sus contactos dentro de los muchos espacios que ofrece la universidad. 

  ¿Tienes alguna relación con algún directivo, un rector, un decano, un profesor, del señor que atiende el puesto de empanadas o del jefe de seguridad? ¡Felicidades! Tienes más probabilidades de quedar que los que presentan el puto examen y le chuparás cupos a la universidad que otros no podrán optar. Así funcionan las cosa.

  Volviendo al tema, si, yo me enfrentaría a todo eso de nuevo, estando consiente de antemano que las cosas, me gusten o no, son así, bien jodidas.

  Empezaron los primeros días de enero y empecé a informarme, ver por aquí y por allá que podría hacer para que las cosas salieran bien, para tener posibilidades reales y lograr mi objetivo. A continuación encontraría un método que no usé la vez pasada, estudiar en un propedéutico, un sitio donde te preparan mentalmente en distintas áreas (numérica, verbal, personal) con guías escritas, exámenes de simulacro y charlas, para así tenerte totalmente entrenado para las pruebas de admisión que desees hacer, obviamente todo esto lo tienes que pagar. 

  Mi búsqueda me daría varias opciones, pero me iría por la que me resultó de mayor agrado, el Propedéutico Albert Einstein.
 Era un sacrificio económico, ya que el precio era alto y estaba la sensación de que lo que pagaras allí, podría terminar siendo dinero pagado en vano si me rechazaran en la UCV, en mi cabeza rondaban todas las ideas anteriormente expuestas de lo complicado que era entrar.

  Sin embargo, la vida, el destino, me ha bendecido con unos padres excepcionales, que a pesar de yo venía de retirarme de otra universidad y hacerlos perder dinero, ellos siempre me han demostrado que me ayudarían como sea para alcanzar mis metas, siempre han sido ese motor, ese empuje y esta no sería la excepción. Después de una buena charla, decidimos pagarlo, por partes como lo decía el plan de pago y sencillamente verlo como una inversión, porque a la final de cuentas, independientemente de como fuera el futuro, eran nuevos conocimientos que vendrían a mi y eso créanme que jamás tiene pérdida.

  Me mantuve en el propedéutico entonces, al principio me sentía extraño, estar de nuevo sentado en pupitres, asistir a clases, ir con mi bolso... Era tan curioso, me sentía de nuevo como una persona capaz. No está demás decir que estaba llevando esto con la mayor reserva del mundo, bajo las sombras, engavetado, en silencio, que no llegara a oídos ajenos, no era problema de nadie lo que yo estuviera o no haciendo, coño.

  Vi la siempre repudiable pero lamentablemente necesaria matemática básica, los muy interesantes ejercicios de lógica y orden, y por supuesto mis favoritos, las filosóficas lecturas que tenía que comprender. Estaba viendo cosas que únicamente había visto la vez pasada que presenté el examen de la UCV, pero así para prepararme, ni un pepino de idea. Fue interesante, habían cosas que me gustaban, otras más que me disgustaban, esto último a razón de que este propedéutico se dedicó mucho a las matemáticas (lo cual era incoherente cuando yo iba a carreras humanísticas, joder), tanto así que en los exámenes de simulacro era más la matemática que las lecturas, algo que posiblemente pasaría factura. Sin embargo, todo fue aprendizaje, experiencia positiva, hubo días complicados ya que por aquel tiempo se anunció el fallecimiento de Chávez y las calles eran un desmadre de proporciones astronómicas.

  Viví esa etapa con mucho hermetismo, si, eran pocas las personas que lo sabían, no era fácil porque había momentos que a uno siente aquella necesidad de charlar sobre tus proyectos y pues me tocó unas pocas veces con unos amores pasajeros que tuve justo en esos tiempos, pero siempre callé la información. Desgraciadamente se terminaron enterando algunas personas no deseadas, pero bueno, lo importante es que no se habían enterado por mi imprudencia, había hecho mi trabajo.
  
  El propedéutico terminaría con un mes de anticipación a la fecha de la prueba de admisión, me quedaba un mes para meditar, analizar y pensar. Fueron días de mucho debate en mi casa, mi madre no quería que dependiera de la UCV que tenía una muy cruda realidad, la única seguridad que te da dicha universidad, es aquella lúgubre posibilidad de que no puedas quedar y tengas que irte por otro camino o si eres paciente, esperar otro año. La UCV puede resultar así, un atentado contra tu tiempo, tiempo el cual yo ya no podía seguir perdiendo.

  Llegamos a la conclusión en casa, de que iba con todo a la UCV, consiente de que las probabilidades en la balanza se inclinaban más a lo peor, pero creyendo en mi capacidad y un poco de aquella suerte (de la cual yo no creo). Pero, vista las circunstancias, me puse a investigar varias opciones más, era justo y necesario tener mis cartas bajo la manga, cartas las cuales después de ardua búsqueda pude encontrar las más viables, opciones donde estaba la carrera que quería, las tenía conmigo y no dudaría en ir por ellas si los resultados no eran favorables en la primera opción.

  Pasó el mes y el día habría llegado, una mañana del 9 de junio de este año 2013, recuerdo muy bien, me tocó mi examen a tempranas horas, lo cual era excelente, buen clima. Tenía tensión, la angustia común pero una paz interior, me sentía bien conmigo mismo, me había preparado, había hecho todo, así que tenía esa sensación quizás algo mediocre pero aliviadora de que si no quedaba, ya no sería por mi culpa.

  Ya estaba allí, en un salón de esos de la UCV, grandes, bastante deteriorado pero conservador, eso si, con un calor hijo de mil putas, no había un ventilador, no habían entradas de aire, el poco aire que entraba por esas minúsculas ventanas era sin duda alguna un chiste bastante malo. Aborrezco con todo mi ser el calor, era una mala señal.

  Al tener la hoja frente a mi, me sentí seguro, pero al ir leyendo ciertas cosas, pues empezaba la tensión característica. Vi cosas muy fáciles que resolvía en menos de un minuto, vi cosas complejas que tenía que revisar varias veces, vi otras que estaba totalmente negado a hacerlas ya que no tenía la mínima idea. El examen de la UCV es engañoso, a simple vista parece muy fácil y crees que respondes con mucha soltura, pero no, te pueden dar una buena estocada por esos glúteos y ni cuenta te darás. 

  El calor, la angustia y muchas veces aquellos pensamientos de presión de querer hacer notar que mi preparación en el propedéutico no había sido solo un pasatiempo, estaban causando estragos en mi desempeño. Hice unas cosas muy bien, otras estaba dudando y cuando dudas, es muy probable que algo salga mal. Ya cuando llegué a las famosas 100 preguntas personales de la etapa final, las cuales no tienen incorrectas sino que evalúan la congruencia de tus anteriores respuestas, me encontraba agotado mentalmente, ya no estaba seguro.

  Logré culminarlo, me dio un poco de tiempo para revisar algunas cosas, terminar de responder otras y dejar unas en blanco para no perder puntos. Oficialmente el trabajo había sido hecho.

  Quedaría esperar un tiempo, no recuerdo bien, creo que mes y medio, un poco más, un poco menos, no lo sé. Lo que sé, es que fueron días que pasaron muy lento, fueron días donde estuve bastante presionado, ya que al retomar contacto con ciertas personas, aquellos "amigos", de una vez soltaban las lanzas de "¿Qué estás esperando? ¡Estás perdiendo mucho tiempo!" ; yo obviamente intentaba no prestarles atención o eso intentaba.

 Habría llegado al final el día de los resultados, preparado mentalmente para lo que fuera, mentalizado en que fuera lo que fuese aquel resultado, tendría que seguir adelante con mucha fuerza, estancarme no era una opción.

  Me costó entrar a la página, pero por fin lo había hecho, vi los resultados de las tres carreras que había metido...

  No quedé.

  Estaba muy triste, si, pero consiente de que eso podía pasar, nunca fue sorpresa, más bien lo que si fue sorpresa fueron los errores.

  Al ver resultados detallados, la mínima tristeza y poca preocupación se convirtieron en rabia, había salido PEOR a mi anterior encuentro con el examen de la UCV. De paso, donde tuve más errores fue en la parte de lectura y comprensión, como dije anteriormente, la poca preparación en aquel ámbito me habían pasado una muy cara factura, ni yo mismo creía que salí mejor en lógica que en lectura.

  La vida continuaba, aunque sentía ahora más el peso de seguir siendo el bachiller flotante sin rumbo, rendirme no era una opción. Mi padre, mi querido viejo que intercede en mi ayuda cuando ha sido necesario, insistió en ir a pedir la famosa carta de reconsideración, dicha carta se hacía para expresar motivos por los cuales tu tenías que estudiar ahí y prácticamente mendigar el cupo, como diríamos en Venezuela, ir a jalar bolas.

  Fuimos en diversas ocasiones, insistimos, logramos llegar a instancias altas, hablar con gente de cargos altos, que mostraron respeto a simple vista porque mi padre es una persona de la tercera edad. Sin embargo, la UCV y yo teníamos que terminar esta relación, ella no quería un carajo conmigo y yo tenía que hacerme valer un poco, quizás la UCV no me merecía, quizás yo no merecía a la UCV, pero quedarse enfrascado en un ente que te rechaza cuando le salga del escroto hacerlo, no valía la pena.

  Quiero dejar en claro que yo respeto, admiro y le deseo lo mejor a todos mis conocidos que estudian en la Universidad Central de Venezuela, de verdad que si. Los respeto mucho, así como respeto también que sientan orgullo de su casa de estudios, es normal, es válido y es como debe ser. Pero mi percepción con la UCV sigue siendo la misma (quizás más radical) que cuando presenté la primera vez, es una universidad que se burla de miles de personas con esos cupos que dan y si, lo de los problemas de presupuesto es una realidad y es válido que no puedan meter a gran porcentaje de los aspirantes, sin embargo insisto, es una burla, un ejemplo claro de lo que es la desproporción, dar 30 cupos en una carrera con 1000 personas, los que sepan matemáticas díganme que porcentaje es y dirán que es un chiste.

  "ay zeck pero seguro lo dices porque estas dolido porque te rebotaron dos veces jejejeje"

  No, pajuo.

  Es una realidad, así son las cosas. Igual la UCV tiene mis respetos en muchas cosas, pero soy bastante crítico. Igual como dije, respeto a los que estén allí y espero les vaya de lo mejor.

  En cuanto a mi, el camino seguiría, con dificultades, si, con una opción menos, también. Pero el camino todavía le quedaba un largo sendero por recorrer, mi señora madre, sabia como siempre, hizo bien en decirme que buscara otras opciones, dichas opciones serían muy valiosas, no sé si funcionarían o no, pero las tenía, estaban ahí y era el momento de lanzar sobre la mesa aquellas cartas. 


Continuará...




"ay zeeck mejor dedicate a verder mango con adobo en el centro de caracas jejejeje si eres tara! o devuelvete al americo prepucio y vendes mango con adobo por alla jejejeje pierde tiempo vago!"

  ¿Por qué no te adobas el glande mientras estás en una jaula con gorilas en tiempos de celo? Grandísimo aborto de estiércol, coño de tu madre.

Dew.