domingo, 24 de junio de 2018

"Deshonra"

Desde mi nacimiento he hecho feliz a mucha gente, he dibujado sonrisas cuando ni siquiera me lo pedían, he secado lágrimas sin pedir nada a cambio, he ayudado a quien creo que lo necesitaba sin estar predispuesto con una carta bajo la manga, he construido lazos sin intereses oscuros, he sido sincero sin que el dejar de serlo fuera opción.



He sido la honra de mi papá, su tercer hijo que llegó cuando quizá él no se imaginaba cambiando pañales otra vez. El más pequeño, el consentido, al que debe proteger siempre, el que enseñó a manejar bicicleta y me llevaba al parque de diversiones. Siempre hablándome con carácter cuando me caía para que me levantara con ganas, siempre dispuesto a ser mi acompañante en cualquier escenario.

Soy la honra de mi papá, porque hoy en día yo soy su acompañante en las buenas y en las no tan buenas, porque con su edad no necesita un bastón cuando me tiene a mi, porque cuando se aventura en el Metro de Caracas a mi lado, sabe que puede tomar mi mano porque jamás lo soltaré. Porque hoy lo invito a comer perros calientes como él me invitaba a mi cuando era niño, porque hoy me ve trabajando como alguna vez él trabajó, porque hoy aprende de mi tantas cosas como cuando yo aprendía con él.


He sido la honra de mi mamá, porque llegué a este mundo contra viento y marea, me sobrepuse a las pequeñas complicaciones en el parto y quebré todo mal pronóstico, porque cumplí con su sueño de ser madre. Su primer hijo, ella quería tres, yo le digo que puedo valer por tres; aprendí a hablar y caminar a corta edad, me sabía los números en español y hasta en inglés, incluso en italiano, me educó con los mejores valores y me ha dado todo lo que he necesitado, desde lo más esencial, hasta el mayor de los caprichos en mi pasión por los videojuegos.

Soy la honra de mi mamá, porque hoy en día soy su mayor orgullo y sueña al igual que yo en el futuro esperanzador que hay por venir gracias a todo lo que me educó. Porque soy su confidente, su mejor oyente, porque sabe que me puede contar las cosas y siempre estaré escuchando, porque además conoce que si no tengo la respuesta, por lo menos tengo mi atención en sus palabras. Porque traerle un detallito de vez en cuando me hace feliz, y porque a pesar de estarle eternamente en deuda por todo lo que me ha dado (y me sigue dando), sabe que doy lo mejor de mi y no me pide más de lo que esté a mis posibilidades, así quiera entregarle una galaxia entera para ella sola.


He sido la honra de mi tío, porque ha querido ser más un hermano mayor y mi mejor amigo, porque sin que nadie se lo dijera, él así lo aplicó desde el primer momento. Porque siempre ha estado abierto a que confíe en él, a que le cuente mis cosas sin juzgar absolutamente nada, porque aconseja con sabiduría a pesar de que pensemos distinto en ocasiones y porque siempre ha velado por el bienestar mío y el de toda la familia.

Soy la honra de mi tío, porque hoy en día puedo apoyarlo un poco más cercano a lo tanto que él me sigue apoyando día tras día, porque ese vínculo especial permanece intacto e incluso más fuerte con los años, porque siempre me tiene como prioridad y yo también velo porque le vaya bien en sus proyectos. Porque él sabe que mis intenciones siempre serán buenas, así como han sido las de él.


He sido la honra de mi abuelo, desde que nací hasta mis 14 años cuando él tuvo que partir más allá de los límites de la vida. Su fiel colega en sus travesuras como comerse un helado o una pasta con mucho aceite de oliva y anchoas. Quien lo acompañaba sin chistar en sus paseos por el C.C. Lido, de disfrutar su calmado conducir por la autopista de regreso a casa, de hacerle sonreír con bromas. Siempre fui la honra de mi abuelo, porque ser su nieto era un grato orgullo y siempre se lo hice saber, tanto así que me lo tatué en la piel.

He sido la honra de mi abuela, la mujer más emocional que he conocido, apasionada por el orden, la limpieza, el tener todas sus cosas y la de los suyos en buen estado. Siempre orgullosa de mi, con todo lo que lograba, sin importar que fuera un pequeño detalle o una verdadera victoria, ella siempre daba su felicitación. Porque cuando decía las palabras "mi nieto Simón", su tono era de orgullo, de satisfacción... Aún cuando la vela de su corazón se estaba apagando, aún cuando tenía que aferrarse a mi para levantarse de la cama, ella al agradecerme mencionado mi nombre, lo hacía con el mismo tono.


He sido la honra de amigos, compañeros y parejas; de todas esas personas con quienes ya no comparto tanto pero que les dejé y me dejaron cosas buenas. He sido la honra de los amigos y compañeros que tengo hoy, prestando mi apoyo incondicional, mi confidencia y mi amistad sincera a todos esos que siempre están dispuestos a compartir contigo en las buenas o en las malas.

No importa si son amistades dentro o fuera de Venezuela, no importa donde estemos. Lo que vale es que de parte y parte es un honor y orgullo ser los buenos amigos que somos. Además, quiero ser una honra para mi país, para mi carrera y para el reflejo que vea de mí en el espejo, sentirme honrado por mí mismo todas las noches que vaya a dormir, porque mi conciencia está tranquila.




Sé que no le puedo caer bien a todo el mundo, entiendo que no pueda causar las mismas sensaciones de las personas mencionadas a los demás y esto está muy bien, de verdad, jamás he impuesto algo como eso.

Sin embargo, las palabras deben cuidarse y no existen comentarios que deriven en verdades absolutas. El respeto no se negocia, no tiene cargos de jefes o superiores, y lo más importante, no es un pedido, sino una exigencia para que exista buen convivir.

Puedes pensar mal de mi, puedes detestarme por razones absurdas que solo tú conoces, puedes tratarme con hipocresía creyendo que ambos somos unos idiotas que no nos damos cuenta, puedes jugar a la molestia y desesperación, al desgaste de mis facultades y a golpear mi autoestima con comentarios jocosos que solo a ti te dan risa.

Y sí, puedes presentarme a los demás como una deshonra. 

Puedes hacerlo una, diez, cien veces si lo deseas. Si esas son las acciones que hacen que tu día valga la pena, si eso forma parte de tu lista en una semana exitosa, te invito a que lo vuelvas a hacer.

Yo le digo en estas letras, a quien pueda interesar y con todo respeto... Que me importa una, diez y cien hectáreas de pepinos (para no ser vulgares, aunque otros sí lo sean) a quien yo le pueda parecer una deshonra, a quien pueda presentarme como una deshonra y en especial a quien por razones banales piensa adjetivarme como deshonra.

A mi lado caminan personas que piensan todo lo contrario, no serán muchas, pero tampoco son pocas, de hecho, para mí son las suficientes, las que valen y a las que sí les pongo cuidado en sus palabras y su sincero sentir hacia mi persona. Porque ellos sí son importantes.

Deshonra es alguien que ataca, que juega con las amenazas, que golpea en el autoestima de quienes están ávidos de conocimiento y crecimiento personal, quienes usan la hostilidad como método de ponerse por encima de los demás y quien tiene que gritar más para tener la razón.

Deshonra es alguien que le pasa factura a los demás por un mal día. Deshonra es alguien que le hace a los demás lo que le hicieron a él cuando no pertenecía a un cargo alto.
Deshonra es alguien que le hace a los demás lo que él juró no hacerle a los demás.
Deshonra es alguien que le arrebata el entusiasmo, las ganas y la proactividad a la gente.
Deshonra es alguien que grita su superioridad para callar al resto.


Porque si hay diez espectadores y nueve aplauden, mientras que uno solo abuchea...
Ya sabes a dónde llevaré la vista.