viernes, 21 de octubre de 2016

El escritor


  Escribir es la representación de palabras e ideas mediante letras, bueno, eso dice el diccionario. Yo digo que me gusta escribir, y es que con los años he aprendido que la escritura va más allá de ser un verbo o una acción, porque no todo el mundo puede escribir lo que quiere, ni cuando quiere y a veces, ni siquiera logran escribir lo que piensan.
   
  Desde pequeño me gustó escribir, en primaria estuve participando todos los años en un concurso de cuento navideño, el cual al fin logré ganar en sexto grado cuando ya me iba de aquel colegio. En mi secundaria un día me creé un blog, solo por gusto, porque me provocó y porque un sujeto de Internet al que admiraba (y sigo admirando) tenía uno y lo leía todas las tardes. No me enorgullezco de los primeros escritos, muchísimo menos de la redacción, pero lo que si me da orgullo es como fue evolucionando todo ese tema.

  Empecé a llenar párrafos, ya no por caprichos o niñerías, sino por relatar cosas, lo que me pasaba y lo que pensaba. Pasé así durante meses, años, las visitas fueron aumentando y mi redacción se fue puliendo. Me volví obsesivo con cada palabra, los que me conocen lo saben, hablo por el Whatsapp como si fueran a quitarme 1,5 puntos por error; pero realmente eso me ayudó, porque una cosa es querer escribir bien y otra es acostumbrarte a escribir bien.


  En mi blog me volví un personaje sin darme cuenta, me personifiqué de una manera peculiar, pero seguía siendo yo, porque de eso era el blog, ya sea lo que me ocurría o lo que se me ocurría en el día a día. ¿Cuántas historias he contado? Aquella fiesta nefasta donde el DJ azotó nuestros tímpanos con salsa cabilla toda la noche, o esa ocasión donde me enfrenté verbalmente con una señora que primero decía que estaba gordo y luego daba los buenos días. Redacté con detalle cuando aquella chica que me amaba a través de una pantalla puso gesto de asco como si yo tuviera lepra cuando me vio en persona. Relaté cuando un día de marcha oficialista unos chavistas me pitaron y criticaron porque llevaba una franela de Nirvana y que seguro nunca escuché a Alí Primera (aunque confieso que no se equivocaron en eso último)

  Aprendí a manejar las emociones, por lo que logré redactar con el estilo de la otra cara de la moneda: La seriedad. El camino tan empinado para llegar a la etapa universitaria, la historia de cómo al fin logré hacerme mi tatuaje. También he escrito en honor a quienes ya no están, como un gran amigo del bachillerato y sobretodo, mi abuelo. Tampoco me olvidé de escribir sobre este país en el que vivo y este amor y odio que le tengo.

 Al final de cuentas, ha sido una experiencia inolvidable, me han visitado casi 35 mil personas, que puede ser mucho o poco dependiendo de tu percepción. Pero te aseguro que yo no he llegado a ese número de conocidos todavía, así que por mi está de maravilla.



  Estudio Comunicación Social, pero a la vez quiero dedicarme a la escritura. Creo que no pude elegir mejor carrera que esta para eso, aunque conociéndome, pude ser ingeniero, odontólogo o chef de empanadas e igual estaría escribiendo en mis tiempos libres e incluso crearía mis propios libros. Pero no me malentiendan, quiero trabajar en radio, ser una personalidad de Internet y escribir guiones de películas. Sin embargo, todo eso puede estar a la altura, pero la cordura me dice que seguiré amando la poesía y la literatura. Además, por allá dentro de cien años cuando cruce el límite de la vida, a uno siempre lo recuerdan por las buenas labores que hizo. ¿Qué quiero que digan de mí? “Ah bueno, ese pana se dedicaba a escribir de todo. Sí, así mismo, él era el escritor”


Dew.