martes, 21 de abril de 2015

La vida de un adolescente con mascota


  El término "mascota", se define bastante simple en la RAE, la cual simplemente pone el concepto de que es un animal que ofrece compañía. 

  La mayoría de los seres humanos tenemos un profundo aprecio, cariño y amor inquebrantable ante los animales; normal que queramos tener a uno de esta gran variedad de seres domésticos en nuestra compañía, haciendo la función de una mascota.

  Por supuesto, es correcto que quede claro la extensa lista de responsabilidades que puede traer consigo ese pequeño montón de pelos, plumas o escamas que te dispongas a tener, donde además debe quedar claro a quien le van a dar las riendas de dichos deberes, porque de lo contrario, habrá conflictos a futuro.

 No soy experto en el tema de los animales, y lamentablemente no he tenido mascotas durante el cien por ciento de mi vida. De hecho, solo he tenido uno que otro hamster y canarios, que realmente es un pasado oscuro en mi, porque hoy en día estoy en contra de tener a dichos animales que ven como se pasa su vida tras las delgadas pero impenetrables rejas de una jaula al pie de la ventana.

  Sin embargo, ya han pasado aproximadamente cuatro años de que un pequeño cuadrúpedo canino de cabellos negros llegó para no irse nunca de esta casa. Se llama Rocky y ha sido un vaivén de experiencias y emociones que realmente me abruma el hecho de imaginarme contándolas.


  Agradezco de antemano a la vida que trajo al pequeño Rocky a mi lado, mediante circunstancias tejidas perfectamente con una aguja de oro y un hilo de plata, de verdad, no podría haber sido todo más brillante.

 Rocky me acompaña desde que tengo 16 años, hoy en día tengo 20 y como dije antes, ha sido un trayecto quizá algo bipolar, donde me encantaría decir que todo ha sido claveles y rosas, pero mentiría descaradamente, ya que la frase de "nada es perfecto" reluce.

  Los novatos cometemos errores y las novatadas se pagan, eso es común. Escoger un perro con un carácter antónimo a tu ritmo de vida, aunado al hecho del desconocimiento personal que tenía ante las responsabilidades que me iban a caer sobre mi y no sobre los demás en mi hogar.

  Hablar de esto a fondo es crear polémica, tanto dentro de las paredes de mi casa, como fuera de ellas, así que no caigo mucho en el tema. El tema en cuestión es que aquí les hablo un poco sobre el ser un adolescente en su pleno apogeo (con estudios, trabajo, deberes, labores y demás cuestiones personales) conviviendo con el 90-95 % de estas obligaciones con nuestros compañeros caninos.

  El dicho de que el perro no es un juguete o una cosa, aplica para que lo entiendan todos, no solo para el infante de turno en casa que tenía años pidiendo un perrito. Por lo tanto, jamás permitas que nadie trate a tu perro como la bolsa de basura que debes botar porque apesta, o por el mueble que te estorba y lo vas a dar en una venta de garaje. Si estás haciendo malabares con las responsabilidades que depositaron en totalidad sobre ti y aún así tus padres u otros familiares te acorralan para que salgas del perro, mantente fuerte y defiende a tu fiel amigo, él depende de sus pasos y sus instintos, pero más lo fatigará la ausencia de la gente que quiere y conoce, que la inclemente calle.


  Y haré énfasis en un último punto que quiero tratar, y es el debate de esa palabra que llevo mencionando hace rato: Responsabilidad.

  Creo que con los tiempos que corren y más en un país como el que vivimos, donde todos en casa estamos corriendo, saltando, trotando, luchando contra el día a día para que nos rinda todo; los términos de "tú responsabilidad" deben romper los esquemas normales y hay que ser gente seria, hay que saber hacer relevos. 

  Soy un descarado al decir esto, puede ser. No aplico eso cuando se trata de fregar los platos, lavar la ropa o pasar una escoba. Esos errores míos son malos y tomo responsabilidad de ellos, pero cuando hablamos de seres vivos, la cosa es diferente. El plato que he dejado de lavar, la cama que dejamos desordenada o la tapa del inodoro que no bajamos, nada de eso siente la angustia de nuestros conflictos y las evasiones de hacer las cosas. Pero el perro si.

  Exhorta a tu familia a dejar a un lado su orgullo contra el perro (para quienes tengan gente en su familia que no quiere a los perros) o sencillamente a aquella persona que no quiere hacer nada con el perro o solo lo esencial como ponerle comida y agua de vez en cuando. Si bien es cierto que está muy comprobado que un ser humano puede manejar la responsabilidad de absolutamente todo, es una vil mentira que eso termine siendo sano para dicho ser.

  Los adolescentes estamos en una montaña rusa de cosas por hacer, donde tenemos nuestras subidas con esfuerzo y nuestras bajadas a toda velocidad sin un tiempo que nos rinda. Es inadmisible que nos sentencien toda la responsabilidad de una mascota que hace vida en el hogar, si, ese hogar que es de todos, no del adolescente. Es de tres, es de cuatro, es de seis, es de todos. El perro es de todos, no es del infante que ya creció nada más. Si ese perro te saluda, te mueve la cola, juega contigo y tú contribuyes a darle amor y te saca sonrisas; insisto, coño, no es mi perro, no es tú perro, es NUESTRO perro.


  ¿Eres de esos jóvenes que le tocó ser padre/madre de manera prematura con uno de estos amiguitos peludos? ¿Todo lo tienes qué hacer tú? Lamento que sea así, porque no es lo correcto, pero siempre habrá tiempo para dedicarle a tu fiel amigo, así sacrifiques unas horas de sueño por la mañana o la tarde, interrumpas tus estudios porque el cachorro quiere pasear. Sea lo que sea, valdrá la pena, él te paga, aunque tú no lo creas y a veces lo hayas negado por rabia y porque estés abrumado. Él te agradece cada detalle.

  No calles lo que sientes, estamos en derecho de disentir cuando tu familia en el hogar evade esos necesarios relevos de los que comenté antes. Haz lo que yo he hecho, deja claro lo que piensas y sigue tomando toda la labor por ese pequeño marinero que no soltaría el timón en una tormenta por ti, tú no lo hagas por él.


  Tengo muchos amigos iguales que yo, que estudian, trabajan o hacen ambas cosas. Que de paso tienen diversos pasatiempos que les roban mucho tiempo o simplemente no pueden estar encerrados mucho tiempo en casa y de verdad necesitan compartir con amistades. Si sumamos las horas de todo eso, más las dedicadas a nuestras mascotas, deberían hacer una estatua en nuestro honor. Nadie la hará, pero sabemos que nuestros amigos animales nos tienen en un pedestal de diamantes.

  ¿Y saben qué? A pesar de a veces sentirme agotado, exhausto, abrumado y frustrado porque todo lo de Rocky lo debo hacer yo... Luego de ponerme a pensar, creo que vale todo la pena.

  ¿La razón primordial? Rocky en estos cuatro años siempre me ha dado los buenos días con mucha alegría, es el único que me recibe con impresionante alegría cuando llego a casa y el único que no ha opacado lo poco o mucho bueno que yo he llegado a hacer solo porque cometí errores. Todas esas cosas no han sido constantes con familiares, amigos y demás allegados, pero con Rocky, un animal, un perro, un ser con menos conciencia; me ha proporcionado grandes dosis de todo eso que mencioné a principio de este párrafo. Es más, jamás olvidaré como fue el primer ser que se acercó inmediatamente en una etapa sumamente oscura de mi vida por allá en el año 2012, en un momento oportuno donde estaba cegado por el llanto y él fue encima de mi, donde si los perros hablaran, yo sé que las palabras "no llores, estoy contigo" habrían salido de esa pequeña cueva de dientes.

  No lo dejaré al amparo de su suerte, no quiero que esté olfateando una falta ilusión, porque él nunca nos ha guardado rencor a pesar de nuestros errores. Si, él no es perfecto, es más, me ha tocado un perro sumamente difícil; pero con sus desperfectos, aún así me ha demostrado amistad, fidelidad y ha sido el oyente de mis malos momentos, no le gusta verme llorar y como dije antes, siempre me recibe con alegría, yo soy su alegría.
  
  Es mi perro, y esta es mi vida con una mascota, esta es mi vida con Rocky. 

 Te quiero, campeón.

Dew.